miércoles, 3 de octubre de 2012

Cánceres del Mundo del Balón Oval (II)

La eterna búsqueda de una identidad propia: el Real Canoe N.C.

Si ya en su día aludimos a un personaje cancerígeno, hoy le vamos a dedicar unas líneas al club más casposo, mezquino, pirata y dañino del panorama rugbístico español:

El Real Canoe UCM Madrid2012 Hercesa Pozuelo Madrid2016 Atlético de Madrid Natación Club, un club para el que "entre el honor y el dinero, lo segundo es lo primero"

Vamos a hacer un poco de remembering

El Canoe no era un club más del espectro madrileño de clubes con cantera. Era uno de los importantes, de los que siempre tenía buenos equipos inferiores, sobre todo de cadetes en adelante.

El equipo senior consiguió ascender a División de Honor en 1995 y ser el cuarto club madrileño en la máxima categoría, tras Arquitectura, Cisneros y Liceo Francés.


Era la época de Kovalenko, Sacha, Amunárriz... Seguramente la última vez que ese club tuvo identidad propia.

A partir de ahí, se vinieron arriba y se propusieron ser no el tercero, ni el segundo, ni el primero, sino el único equipo madrileño, de División de Honor y de todas las demás divisiones.

Es de sobra conocida la falta de criterio y de sentido común de la Federación Española de Rugby, más centrada en ofrecer maravillosas estancias en el extranjero a sus directivos, que en hacer algo digno o útil por este deporte. De sobra se conioce también la falta de unidad entre los clubes que, en vez de buscar puntos en común, pelean cada uno por sus propios intereses, no matter how.

Y en este ambiente de gelatina institucional, el CRC se mueve como un gitano por la Cañada Real.

Así, cuando Madrid emprendió su primer fracaso como sede olímpica, la maquinaria de despachos y rodilleras del avispado club madrileño se puso en marcha y, en una maniobra más propia de un culebrón americano de los 80, engañaron al Liceo Francés para crear el "superequipo" madrileño que compitiese bajo el nombre de Madrid 2012. No se sabe bien cómo, pero el resultado fue que el Madrid 2012 se quedó con los jugadores buenos y los demás fueron apartados del equipo de la candidatura y tuvieron que buscarse la vida para volver a reflotar el Liceo.

Con los liceístas fuera de juego, Arquitectura en franca decadencia generacional e institucional y Alcobendas-Moraleja con dinero, decidieron cepillarse al cuarto en discordia, el Complutense Cisneros, al que, tras intentar una jugada similar a la del Liceo, que no coló, en otra maniobra saducea en los despachos, le arrebataron gran parte del patrocinio que les daba la UCM. Así, llegaron a ser el UCM Madrid 2012.

Perdida la identidad, cambiados los colores, ya lo mismo daba ocho que ochenta, así que se decidieron a absorber a clubes más modestos de la región.

Con sus apoyos políticos, y aprovechando el "bloque popular" de la zona noroeste, decidieron llevar su espíritu emprendedor hasta cotas de miseria jamás antes sospechadas y propusieron a los alcaldes de los municipios de esa zona, a la sazón Pozuelo, Majadahonda y Las Rozas, la creación de un desmesurado club de rugby, el Madrid Noroeste, que aprovechase el "saber hacer" canoísta y las estructuras de Olímpico, Majadahonda e Industriales, para ser el club referencia de la Comunidad de Madrid

La realidad era que querían quedarse con las canteras de los tres clubes y tener un campo propio de césped para jugar en Majadahonda.

Pero no coló. Los clubes se negaron rotundamente. Así que, cuando Olímpico obtuvo un campo de césped artificial, nuevecito (tras casi 20 años de lucha para conseguir uno), Canoe, que por entonces ya no sabemos ni cómo se llamaba, olió carnaza y tiró de los mismos contactos populares y, en otro giro dramático de los acontecimientos, se quedó con el campo del Olímpico (aunque les dejan usarlo), con el patrocinio del ayuntamiento de Pozuelo y, de paso, como sirope y guinda del pastel, también se quedaron con parte del patrocinio de los alcaláinos del Hercesa.

Pero, como no se puede intentar ser como los clubes históricamente punteros, el Quesos, Santboi o el Salvador, sin una identidad propia, el CRC Hercesa Pozuelo Madrid 2016, acabó perdiendo muchos jugadores buenos y, por fin, Hercesa y la categoría.

Ahora, de vuelta a la División de Honor, han aflorado las viejas aspiraciones: la búsqueda de la supremacía, volver a invadir Polonia.

Tras el mediático frustrado intento por ser el Real Madrid Club de Rugby, ahora son el Rugby Atlético de Madrid, total, qué más da. Pero claro, Cerezo no es tonto, así que no les ha dado un duro, sino que les ha dejado el nombre para que les sea más sencillo buscarse la vida.

Y se la han buscado: han contratado a cuatro argentinos (parecen elegidos personalmente por Sáenz Trápaga, porque madre mía...) y se han hecho con los servicios de algún que otro jugador de nivel que bregaba en categorías por debajo de su potencial, pero en su club de siempre.

Además, han intentado llevarse a las perlas de las canteras de los clubes más modestos (lo hacen cada verano). Convocan un "entrenamiento" no oficial de la selección territorial al que solo acuden los chavales que les interesan. Al no ser suficientes, se los llevan a la piscina y les ofrecen nada menos que jugar en un club que no sabe cómo se llama o a qué amo sirve, bajo la sugerida amenaza de que, si no se van allí (al CRC), jamás tendrán nada que hacer en el rugby español.

Intentan "robar" jugadores, pero luego no facilitan la salida de los suyos, o de las suyas, obligándoles, incluso, a estar un año sin jugar. Espíritu de rugby 0.

Y ese espíritu rugbístico nulo es el que hace que ni siquiera respeten la regla fundamental de este deporte: el árbitro es el director del partido y, por tanto, es sagrado.

No sólo son el club que menos árbitros saca en proporción a su tamaño, sino que fomentan y permiten, entre sus chavales y la gente que puebla la grada en sus partidos, la falta constante de respeto, la crítica destructiva y, en ocasiones, el insulto al colegiado; actitudes, éstas, más propias de otros deportes, lo que redunda en que ni siquiera tienen claro a qué deporte juegan.

En su búsqueda por copar el mercado, ahora también salen por la tele, solo ellos. Y, como nadie parece dispuesto a poner un duro en el rugby, han decidido cobrar por ver sus partidos en la grada de un campo que no les pertenece. 10 euros por partido... o 30 si te abonas a toda la temporada. El caso es conseguir cualquier migaja.

Está más que feo eso de cobrar por entrar en una instalación de la que te han cedido el uso. Pedro Muñoz Seca escribió al respecto:

Y me anulo y me atribulo
y mi horror no disimulo
pues aunque el nombre te asombre
quien así obra tiene un nombre
y ese nombre es el de... chulo

Se entiende hacer esfuerzos para sacar el año adelante en lo deportivo, pero no a cualquier precio. Hay cosas que están por encima del dinero y una de ellas debería ser el propio espíritu de este juego.

Han condicionado toda esa inversión a la consecución de algún título, además del de Cáncer del Rugby de Madrid (que ya es suyo en propiedad) y, ahora que les televisan, prefieren un escenario mejor y volverán a usar sus contactos para presionar y conseguir jugar en un campo de césped natural. Parece que pretenden invadir el de Majadahonda.

Es la eterna lucha, contra todos los demás clubes, contra el honor y el juego limpio tradicionales e inherentes a este deporte, contra cualquier rayo de ética o moralidad, de un club sin colores propios, sin campo propio y sin identidad propia. El club meretriz del rugby español.

Supongo que lograrán lo que se propongan, para eso llevan limpiando sables tantos años. Es difícil de saber, pero está claro que el virus CRC no se combate ni con la última versión del Panda.