miércoles, 1 de abril de 2009

Las ELV's, unas se quedan y otras se van

Los jefes de todo esto se han reunido estos días (igual que los del G20), para ver cómo va la cosa, con, sobre todo, la intención de decidir qué porongas, que diría aquel, hacer con las ELV's (Experimental Law Variations), analizando cómo han funcionado desde que se implantaron, a modo de experimento, el año pasado.
A esta reunión acudían por un lado la delegación australiana, que era favorable a elevar a categoría de "regla" todas las que se han estado experimentando este último año, junto con sus socios tradicionales del Hemisferio Sur, Nueva Zelanda y Sudáfrica, que no eran tan entusiastas con esta idea; y por otro lado, las 6 naciones del Norte (de Argentina no se dice nada, así que suponemos que estarían por ahí, de joda), que iban todas con una idea común: preservar aquellas fases del juego que hacen del rugby el deporte que es, es decir, salvar de la quema sólo las que van con la naturaleza y la tradición del deporte.
Para empezar, decir que, de las normas que se estaban experimentando, algunas no tenían influencia ninguna en el desarrollo del juego y, las que si que la tenían, estaban siendo probadas a diferentes niveles, pues en Europa no se habían incorporado todas ellas.
Las que se han aceptado, se incorporarán al reglamento, a partir del 13 de mayo (todo hace suponer que la FER, en su línea tradicional, seguirá vendiendo el reglamento original de Web Ellis, con 475 anexos con las diferentes variaciones que se han producido a lo largo de la historia y, eso si, mandará una circular a todos los clubes), en la próxima reunión de la iRB y, se supone que entrarán en vigor el próximo mes de agosto, por lo que la gira de los Lions por Sudáfrica se jugará con las normas que están siendo probadas ahora.
Y ahora, los premiados:
- La ELV que permitía hundir el maul, ha quedado demostrado que, como todos suponíamos, sobre todo los delanteros, es una mierda hedionda que no le vale a casi nadie, así que el año que viene, volveremos a la norma de toda la vida.
- En el caso de la regla de los cinco metros entre la melé y la línea de tres cuartos, que molaba, la norma permanecerá.
- La estupidez de que cada equipo pueda meter en la touche tanta gente como quiera, evidentemente se quita (esperemos que el sueldo del lumbrera que la propuso, algún pandereta, no nos cabe la menos duda, sea reducido a la mitad, por tolay)
- La regla de la patada desde 22 cuando el balón lo ha introducido el propio equipo que patea (lo de que tiene que botar, o se saca desde donde se pateó), también se queda.
- Convertir la mayoría de lo que ahora son golpes de castigo en los agrupamientos en golpes francos se va a revisar, aunque tiene toda la pinta de que va a ir a hacer compañía a la del maul y la touche, porque no se ha probado en el Hemisferio Norte, sino sólo en el Sur y se ha visto que muchos equipos lo que hacen es meterse por el lateral (deberían venir a ver algún partido de Regional madrileña, incluso de Nacional, se iban a partir el hojaldre), o provocar golpes francos para parar el partido y recolocar la defensa, o lo que era más flagrante, meter a un jugador a hacer el golpe, mientras los otros se colocaban a diez metros para defenderlo.
- En cuanto a poder sacar la touche rápida, hacia cualquier lugar, salvo hacia delante, la norma va a permanecer.
Por lo tanto, las marcianadas, se quedan en el camino, lo cual es de agradecer e indica que la salud mental de la gente que dirige esto es relativamente buena, para disgusto de Australia y la gente que lleva cuatro años trabajando para que estas reglas salieran adelante.
Yo, por lo menos, me congratulo del resultado de la reunión

jueves, 12 de marzo de 2009

¿Sanción o rehabilitación?

Matt Stevens, pilier de Bath, de 26 años, 32 veces internacional con Inglaterra (a pesar de ser sudafricano), tras pasar un control antidopaje, después de un partido de Heineken Cup en diciembre, reconoció tener un problema con la cocaina, tras lo que pidió ayuda para poder salir del mismo.

Tres meses más tarde, la ERC, de acuerdo a las normas de la Agencia Mundial Antidopaje, le ha impuesto una sanción que consiste en la total prohibición de jugar al rugby por un período de dos años, así como cualquier actividad relacionada con este deporte. 

El jugador, que declaró haberse creído "a prueba de balas" contra este tipo de sustancias y haberse encontrado con la dura realidad de la adicción, ha dejado su club, antes de que se tomase ninguna acción contra él, "para evitarles pasar aún más vergüenza". Al encontrarse en el primero de sus cuatro años de contrato, se calcula que sus pérdidas, entre salario y su "contrato" con la selección inglesa ascienden a 1,4 millones de euros aproximadamente.

Junto con Lee Mears, su compañero de club y de selección, que le ha mostrado todo su apoyo, tiene pensado abrir una cafetería en Bath (el Jika Jika), mientras se entrena en solitario para su vuelta dentro de dos años.

En enero de 2009, la reglamentación de la Agencia Mundial Antidopaje cambió para diferenciar las drogas "sociales" de las drogas que mejoran el rendimiento deportivo.

En casos similares anteriores, el de Jason Keyter, jugador  de Estados Unidos e Inglaterra A, y el de Wendell Sailor, ala de Australia, ambos positivos por cocaína, la sanción también fue de dos años.

Entre los motivos de la dureza de la sanción, se argumenta que a los deportistas de élite se les presupone como modelos sociales, es decir, tienen que dar ejemplo con su comportamiento a la sociedad (en este aspecto, las altas instancias del rugby apelan a la nobleza intrínseca a este deporte y aplican sanciones más severas -por la misma infracción- que sus homólogas en otros deportes), así como que hay que mostrar absoluta inflexibilidad en estos casos para evitar futuras infracciones. 

Recientemente, Mike Tindall, centro de Gloucester y de la selección inglesa, ha dado positivo en un test de alcoholemia y le ha sido retirado el permiso de conducir (3 años) y no ha habido sanción alguna para él. Cierto es que el alcohol no es considerado una sustancia dopante (aunque ir haciendo eses con el coche después de beberse varias cervezas, una botella de champán y algún vodka con redbull no es un gran ejemplo para nadie), pero es bastante más peligroso para la sociedad alguien que conduce bebido, que alguien que consume cocaína. 

A un jugador que reconoce tener un problema personal de drogas, que no las consume para sacar ventaja respecto a otros jugadores, sino que "está enfermo" (s.i.c.), ¿se le debe sancionar con todo el peso de la ley y alejarle de su profesión durante dos años? o ¿se le debe permitir seguir en contacto con la misma como terapia adicional para salir de su adicción?

¿Se debe considerar que ha "hecho trampa"?

Hay opiniones en ambos sentidos, sin embargo, son más fuertes las que abogan por la reinserción del jugador a través del deporte. En cualquier caso, el sentimiento generalizado es que parar 2 años la ascendente carrera del jugador, sin permitirle entrenarse, sin buscar una opción mediante la cual, con una sanción por medio, pueda seguir en contacto con el rugby, pasando análisis periódicos hasta que demuestre que ha superado la adicción; lejos de ir en favor de la rehabilitación del jugador, puede ser contraproducente y, sobre todo, conlleva a desperdiciar el talento de un gran jugador.

Por otro lado, hay quien dice, que él sabía lo que le iba a pasar cuando empezó a consumir...

El debate está abierto.